Batman tenía Gotham. Superman tenía Metrópolis. Pero Marvel nació con una idea muy distinta a la de aquellos héroes ya asentados: ser más realista. Por eso, cuando Stan Lee y Jack Kirby pensaron dónde situar a Los 4 Fantásticos simplemente miraron por la ventana de sus oficinas en Manhattan. Aquellos icónicos rascacielos eran, al fin y al cabo, lo que mejor sabían dibujar, y Los Vengadores o Dr. Extraño los iban a destrozar mientras se enfrentaban a sus enemigos. Nueva York se convirtió en algo tan importante para ellos que cuando cayeron las Torres Gemelas hubo que retrasar la inminente película de Spiderman para que la gran metrópolis, un personaje más, fuera tan real como la verdadera. Así que cuando Disneyland París recibió el encargo de comenzar a incluir a los superhéroes en el parque, los ingenieros tomaron la decisión también asomándose a la ventana de su oficina. Era lógico: había que reformar el Hotel New York, uno de los más lujosos del complejo, para convertirlo en una galería dedicada a aquellos dibujantes y sus héroes.

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