messi-kP5C--620x349@abc.jpgLeo Messi sigue encajando los golpes y las críticas por las derrotas del Barcelona. Una nueva actuación gris del rosarino, este pasado sábado, evidencia su declive en una temporada en la que no le da para tapar todas las carencias del equipo, esas que antaño quedaban difuminadas por su voracidad goleadora y sus exhibiciones destiladas con abrumadora regularidad. Su imagen, dentro y fuera del terreno de juego, muestran una cara desconocida del capitán para el aficionado azulgrana. Desde que enviara el polémico burofax el pasado mes de agosto pidiendo salir, ha estado en el ojo del huracán hasta el punto de escupir su desazón en el aeropuerto de El Prat hace unas semanas. «Estoy cansado de ser siempre el problema de todo en este club», espetó. Su hartazgo se ha trasladado al césped, donde el Barcelona sigue deambulando por la Liga, a doce puntos del Atlético de Madrid, fuera de los puestos europeos y batiendo registros negativos. Es el peor inicio de campeonato de los últimos 33 años, lo que contrasta con los buenos resultados en la fase de grupos de la Champions. Precisamente, los dos últimos encuentros continentales han generado elogios y se han saldado con goleadas (0-4 ante el Dinamo y 0-3 al Ferencvaros, en Kiev y Budapest, respectivamente). En ninguno de los dos participó Leo Messi, al que Ronald Koeman dio descanso y le evitó los engorrosos desplazamientos. El holandés incorporó al argentino en las rotaciones, algo inaudito e imposible de imaginar unos meses atrás. La dolorosa derrota en Cádiz, con un Messi que perdió 29 balones, reabre el debate sobre el corsé que le impone al equipo y el peaje que paga el Barcelona con él en el campo. «Seguramente el rival prefiere que Messi no juegue porque es un jugador decisivo que puede parecer en cualquier momento. Es imprevisible. Pero es cierto que cuando no está sobre el terreno de juego el Barcelona está más equilibrado y los futbolistas tienen más repartido su trabajo porque nadie debe hacer compensaciones defensivas», explica Jofre Mateu, exjugador azulgrana y comentarista de Ser Cataluña. Una reflexión que comparte Koeman, que solo hace referencia a la excelencia del delantero en ataque obviando su escaso trabajo defensivo, ademas de reconocer que «aún no se encuentra en su mejor momento». Su pobre bagaje goleador esta temporada es el claro ejemplo de ello: solo ha sido capaz de anotar seis goles, solo dos de ellos de jugada. Salva García Puig, exjugador del Barcelona de los años 80 y actual comentarista de Barça TV, cree que el pobre rendimiento de Messi se debe a una cuestión emocional que le impide liberarse. «Leo aún no ha aterrizado del todo del problema que hubo a principio de temporada. Le está afectando mucho y anímicamente le está costando sobrellevarlo. Su irregularidad, imagino, viene provocada por ello. Debe tener muchas cosas en la cabeza y no es el Messi que estamos acostumbrados a ver. Cuando no tiene la pelota ves un Messi diferente a otros años», apunta. Salva tiene claro que el «10» puede despertar en cualquier momento y dinamitar el debate a base de goles, pero considera que todo tiene un límite. «Messi en el campo es Messi y siempre es positivo que esté en el terreno de juego, pero si está en condiciones. Hasta ahora he visto un Messi bastante irregular, aunque hasta el partido ante el Cádiz parecía que estaba en el camino de ser el jugador de antes». Malas estadísticas Los amantes de las estadísticas refuerzan esta última tesis a base de guarismos. De los trece partidos que el futbolista ha disputado hasta el momento, en nueve ha sido el azulgrana que más balones ha perdido. Incluso se muestra errático en una de sus facetas favoritas del juego, en el lanzamiento de faltas. Su punto de mira parece haberse nublado y su pie izquierdo ha perdido la calibración que le permitía batir a cualquier portero de lanzamiento franco (un acierto de los 63 últimos disparos). Hasta su brega y pundonor se han puesto en tela de juicio después de que unas imágenes en los instantes finales del partido ante el Dinamo de Kiev en el Camp Nou mostraran a un Messi caminando sin luchar por un balón al final del partido. Los analistas consultados por ABC coinciden en las diferencias constatables sin Messi, que no siempre son negativas. «Un Barça sin Messi es siempre más coral. Al perder a tu mejor jugador los otros futbolistas deben asumir más responsabilidad y eso te puede dar la sensación de que cuando Messi no está en el campo el equipo es más solidario en el esfuerzo. Realmente, parece que es más de lo que es. Creo que es un problema anímico y está en plena digestión de todo lo que le ha pasado este verano», asegura García Puig, mientras que Jofre desmitifica la «messidependencia» que siempre ha esclavizado al equipo: «El día que Messi no juega, los jugadores que salen al campo saben que podrán hacer su trabajo sin estar pendientes de nada más, no deberán defender lo que otros no defienden y podrán atacar sin la obligación de mirar hacia Leo. El sistema es más estable y más organizado, aunque se pierde en desequilibrio e improvisación. Todo depende del lado del que se mira porque también es cierto que Messi atrae a la mayoría de defensores, que están pendientes de él y eso libera a otros jugadores». Polémicas extradeportivas Si el «10» está permanentemente en el ojo del huracán por sus actuaciones, también está instalado en la polémica constante por diferentes cuestiones al margen de su rendimiento. La última de ellas la generó Carles Tusquets innecesariamente. El presidente de la comisión gestora reconoció que «económicamente, hubiera sido deseable la salida del Messi este pasado verano». Unas declaraciones que llegaron aliñadas con el guiño de Neymar, que aseguraba que le encantaría jugar con el argentino la próxima temporada abriendo las especulaciones sobre su futuro en el PSG. Leonardo y Thomas Tuchel, director deportivo y entrenador del club francés, se vieron obligados a comparecer para aclarar que no habían tocado al futbolista del Barcelona al constatar el revuelo generado.

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