presi-kXaH--620x349@abc.jpgEl cierre del mercado estival ha sido el estrambote de un mes y medio en el que han quedado al descubierto todas las vergüenzas del Barcelona. Un rosario de despropósitos que desembocará hoy en la confirmación de la moción de censura que un grupo de socios han interpuesto contra Josep Maria Bartomeu y sus directivos. Tras recoger 20.687 apoyos, una cifra descomunal teniendo en cuenta la peculiaridad de la situación a causa de la pandemia y que no había partidos, se necesitaban 16.521 firmas correctas para que fructificara. Con poco más de 3.700 papeletas por validar, el referéndum solo necesita que 964 no presenten deficiencias que las puedan invalidar. Todo un clamor contra el presidente tras una de las peores temporadas del siglo XXI. Aunque la gestión de Bartomeu ha concentrado muchas críticas, la espita que produjo la deflagración en el ánimo de la afición azulgrana fue la humillante goleada en la Champions ante el Bayern (2-8). Fue la confirmación de un final de ciclo exitoso y la defunción de una plantilla envejecida y necesitada de una profunda remodelación. La decisión de Leo Messi de marcharse fue el percutor que provocó que el precandidato Jordi Farré presentara una moción de censura a la que se unieron Lluis Fernández Alá y Víctor Font, también aspirantes al sillón presidencial, junto a ocho agrupaciones del entorno azulgrana. La bala de Messi dirigida al palco tras resignarse a cumplir su contrato, fue la mejor propaganda para alimentar el intento de derrocamiento de Bartomeu. «Hace tiempo que no hay proyecto ni hay nada, se van haciendo malabares y van tapando agujeros», soltó el argentino, que acusó al presidente de no cumplir su palabra. El dirigente trató de aplacar, inútilmente, la ira de la masa social fichando a Ronald Koeman, ídolo para todos los barcelonistas, para enderezar la situación y prometiendo una renovación generacional en el vestuario. El ridículo en el mercado No obstante, el cierre del mercado este pasado lunes confirmó las críticas de Messi y vapuleó a Bartomeu, que no pudo lograr ninguno de los objetivos solicitados por Koeman (Depay y Éric García), permitió la salida de futbolistas que reforzaron de forma gratuita a los rivales directos en Europa (Rafinha al PSG, Luis Suárez al Atlético, Rakitic al Sevilla y Arturo Vidal al Inter) y tuvo que tragar con jugadores que Koeman no quiere en su plantilla (Samuel Umtiti y Dembélé) y que gravan considerablemente la masa salarial del club. No se descarta que aún se escriba un nuevo capítulo en todo este despropósito con la dimisión de Bartomeu para evitar la deshonra de perder en el más que posible voto de censura.

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