effffffffffffffff-kUg--620x349@abc.jpgDecía Johan Cruyff que el dinero tenia que estar sobre el campo y no en el banco. No obstante, sin unos criterios deportivos adecuados no se obtiene el rédito pretendido por muy elevada que sea la inversión. Esto es lo que le ha sucedido a Josep Maria Bartomeu, que asumió el mando del Barcelona en enero de 2014 después de que Sandro Rosell decidiera dimitir. El empresario decidió agotar la legislatura antes de acudir a las urnas en 2015. Entonces lo hizo con un triplete bajo el brazo, que era la herencia que le dejó Rosell antes de su renuncia al cargo. A partir de entonces, el presidente se obsesionó con repetir el éxito continental y no reparó en gastos. Más de mil millones que no le han asegurado ganar la Champions. Todo lo contrario. El equipo se ha estrellado consecutivamente ante la Juventus, Roma, Liverpool y Bayern de Munich. Es último equipo le infligió la derrota más dolorosa y humillante de los últimos tiempos y tal vez de la historia internacional. Desde que Messi levantó la última Champions, en 2015, se han fichado 28 jugadores, de los que solo cinco estuvieron ante el Bayern Múnich (otros cinco han llegado este verano). Si sumamos el dinero invertido en Coutinho (160 millones), Dembélé (145 millones) y Griezmann (120 millones) nos sale casi la mitad del gasto total. El presidente no supo encontrar el sustituto ideal tras la fuga de Neymar Junior al PSG ni invertir correctamente los 222 millones que recibió entonces. Al margen del dispendio en fichajes, el mandato de Bartomeu se ha caracterizado por una serie de vaivenes en la planificación deportiva y en la escasa paz institucional. Ha devorado cuatro directores deportivos hasta nombrar a Ramon Planes (por el caminos se han quedado Andoni Zubizarreta, Robert Fernández, Pep Segura y Abidal. Tampoco ha encontrado el equilibrio en el banquillo tras la salida de Luis Enrique en 2017. Fichó a Valverde, al que mantuvo a pesar de los fracasos ante la Roma y el Liverpool pero decidió sustituirle por Setién a mitad de la temporada pasada cuando el equipo iba líder en Liga. Antes había flirteado con Xavi Hernández, que le dio calabazas al preferir enrolarse en el proyecto de Víctor Font, un precandidato a la presidencia. Algunos de sus compañeros de viaje también se quedaron por el camino. En estos cinco años se han marchado cinco vicepresidentes (Susana Monje, Carles Vilarrubí, Manel Arroyo, Jordi Mestre, Emili Rousaud y Enrique Tombas) y cinco directivos (Monés, Elías, Teixidó, Calsamiglia y Pont). Algunos por motivos personales o profesionales y otros por divergencias en la forma de gestionar el club o su parcela. No obstante, la gran mancha negra que ha dejado fue permitir que el club fuera condenado por fraude fiscal en 2016 por dos delitos en el fichaje de Neymar y gravar al club económicamente con el incremento de la masa salarial.

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