La neurosis está estallando a nivel mundial y la razón es un microorganismo invisible a los ojos, que se traslada por el aire y puede «saltar» hasta seis pies, que es muy contagioso y para el cual todavía no hay una vacuna: el coronavirus que causa la enfermedad bautizada como COVID-19.

En menos de tres meses desde su anuncio oficial el 31 de diciembre de 2019, el virus que surgió en Wuhan, China, llegó a más de 180 países, enfermado a cientos de miles. Definitivamente suena alarmante.

Así y todo, expertos quieren reasegurar algo: no hay que dejar que el pánico nos invada. Las siguientes son las 10 razones que apoyan este pedido.

1. Enseguida se supo el origen del brote

A siete días del anuncio oficial de que un nuevo virus estaba generando neumonías extrañas en China, ya se lo había identificado como parte de la familia de los coronavirus (que se llaman así porque si se los mira al microscopio tienen forma de corona). Se supo pronto que era de la misma familia de los virus que generaron años atrás el Sindrome Agudo Respiratorio Severo (SARS) y el Sindrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS). Aunque no actúa igual que estos dos, esta información ayudó a empezar a entenderlo.

2. Se desarrolló rápido un test para detectarlo

Al 13 de enero, ya se había generado su secuencia genética y desarrollado una prueba para diagnosticarlo. El primer test se desarrolló en Alemania, y se envió inmediatamente a China. Ahora hay decenas de pruebas en todo el mundo.

En los Estados Unidos, incluso antes que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la Universidad de California en Davis había desarrollado un test que tuvo el apoyo casi inmediato de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA).

3. La mayoría de las personas tienen una forma no severa del virus y se recuperan. La persona que contrajo el coronavirus, genera inmunidad. Y casi no está afectando a niños.

Un estudio realizado en China con 45,000 pacientes, comprobó que el 81% de los casos no eran severos, el 14% eran pacientes que sí desarrollaron síntomas severos, y el 5% restante estuvo en estado crítico.

Según los Centros para Control y Prevención de Enfermedades de China, el 87% de los casos en ese país se diagnosticaron en personas de entre 30 y 79 años. Este porcentaje surgió de un análisis de los primeros 72,000 casos que se concentraron en su mayor parte en la región de Wuhan, en ese país. El 8.1% de los casos se presentaron en personas de 20 a 29 años; 1.2% fueron adolescentes y 0.9% menores de 9 años.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó que desde mediados de enero, ningún niño en Wuhan, el epicentro de la pandemia, se contagió.

La edad, además de padecer condiciones respiratorias preexistentes, pueden ser factores de riesgo para que  COVID-19 se complique, y pueda llegar a ser fatal.

4. La tasa de recuperación es alta

Al 9 de marzo, el mapa de la Universidad Johns Hopkins que monitorea la propagación del coronavirus en tiempo real registraba que más de 62,500 personas se habían recuperado.

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