En nuestra primera entrega de la semana pasada contamos el camino de los primeros exploradores extranjeros que llegaron a la zona del K2, la ‘Montaña Salvaje’ (8.611 m). Hoy seguimos el hilo con los primeros intentos que hubo para ascenderla.
La historia del alpinismo contiene pasajes propios de películas de cine. Personajes extravagantes, intentos bravos, polémicas, tragedias y situaciones al límite – así podríamos resumir las cinco primeras expediciones que quisieron ser las primeras en hollar la cima de este pico impresionante.
Malvados valientes
En el verano de 1902, un equipo internacional liderado por el ingeniero ferroviario anglo-alemán convertido en alpinista Oscar Eckenstein se dirigía al K2 con la intención de llevar a cabo su primera ascensión a través de la arista noreste. No se sabe si eran conscientes de qué los esperaría, porque por su determinación parecía que estaban convencidos de escalar el K2 en menos de una semana.
Eckenstein, quien fue uno de los pioneros del búlder (escalada de bloques de roca y pequeñas paredes), y quien había inventado el piolet corto y diseñado crampones modernos, se llevó a esta expedición, entre otros, a su amigo Aleister Crowley. Crowley fue un ocultista, poeta, escritor místico, pintor, mago ceremonial, alquimista y fundador de la filosofía religiosa Thelema.
Apodado como ‘La Gran Bestia 666’ o ‘El hombre más malvado del mundo’, con una vida extravagante, teñida del consumo de drogas y escandalosas relaciones con las mujeres, Crowley compartía con su amigo Eckenstein la pasión por el montañismo. Los dos hombres eran unos tipos arrogantes e inaguantables, pero entre ellos se llevaban muy bien. Antes de la expedición al K2 habían ascendido juntos algunos volcanes en México, y habían compartido otros viajes por el mundo.
El grupo del K2 de 1902 se completaba con otros cuatro miembros: el jurista y escalador austríaco Heinrich Pfannl, más Victor Wessely, Guy Knowles y Jules Jacot-Guillarmod.
Eckenstein en 1896 había sido miembro de la expedición de William Martin Conwey cuando ése había liderado un grupo para explorar la zona del K2, pero antes de llegar al Baltoro, Eckenstein se peleó con Conwey y abandonó la expedición. Se rumoreaba que Conwey incluso dijo que Eckenstein intentó envenenarlo.
Arresto y… volúmenes de libros
Cuando el grupo de 1902 llegó a la India como primera estación en su aproximación al K2, Eckenstein fue detenido por ser un presunto espía. El montañero creyó firmemente que fue Conwey quien había tramado todo para «hacerle la cama».
Finalmente Eckenstein fue liberado y los aventureros, al llegar a Askole, contrataron a 200 porteadores para la marcha al K2. La caravana de porteadores iba extremeadamente cargada, en parte por culpa de la cantidad de libros que Crowley había metido en el equipaje pensando en sus lecturas del pasado, donde se decía que si te quedabas aislado en medio de la naturaleza salvaje, al menos tuvieras suficientes lecturas para pasar el tiempo.
Revólver en mano
El grupo de 1902 no tuvo mucha suerte con el tiempo inclemente en el K2, además, tanto Crowley como Eckenstein se enfermaron. Asimismo, la tensión era cada vez más grande ente los miembros de la expedición, y tenían broncas constantes entre sí. En una de ellas, Crowley con la mente medio ida por la fiebre, apuntó con su revólver a Knowles.
Finalmente la sangre no llegó al río y el grupo, tras varios intentos de subir por la arista, consiguió alcanzar los 6.525 metros. Tras 68 días en la montaña, de los que tenían tan sólo ocho días de buen tiempo, finalmente dieron por finalizada la expedición a mitad de agosto. Crowley dijo que la ruta más factible para escalar el K2 sería más bien la arista (mejor dicho, el espolón) sureste.
El viaje del Duque
En 1909, el montañero y explorador Luis Amadeo de Saboya, Duque de los Abruzos (nacido en el Palacio Real de Madrid) lideró una expedición italiana al K2. La ruta de ascenso elegida fue la arista (espolón) sureste. Antes de 1909, el Duque ya había realizado varios viajes exploratorios en otras partes del mundo. El Duque y sus compañeros llegaron hasta los 6.250 metros en el espolón sureste del K2, que más tarde se convirtiría en la ruta de ascenso normal, y que desde esta expedición se denominaría como la Ruta o el Espolón de los Abruzos.
Intento notable en 1938
Tras el intento del grupo del Duque de los Abruzos, pasaron 29 años hasta que en 1938 se formó un equipo americano con escaladores de primer nivel, liderados por Charles Houston. Este intento que se llevó a cabo en la Ruta de los Abruzos, fue uno de los mejores para intentar escalar el K2.
Los americanos ascendían con recursos extremadamente ligeros, superando dificultades, entre ellas una sección vertical de rocas e hielo situada a 6.600 metros que hoy se llama la Chimenea House, en homenaje a uno de los integrantes del equipo de 1938.
William (Bill) House fue el primero en escalar esta sección, con apenas 24 años en esa expedición. La Chimenea House conecta lo que es hoy el Campo 2 bajo (a 6.570m) con el Campo 2 alto (6,700 m). Los americanos finalmente llegaron hasta los 7.925 metros, sin oxígeno suplementario, de donde tuvieron que darse la vuelta.
Antes de la primera ascensión del K2 (1954), hubo dos intentos más que dan mucho que hablar por las tragedias y la situación límite que los caracterizaron, y donde tuvieron lugar un frenesí de acontecimientos que contaremos en la siguiente entrega.