El cuerpo humano es una gran máquina biológica. Sin embargo, existe una gran diferencia con las máquinas comunes: en vez de engranajes, bielas y tornillos, nuestro cuerpo está formado por otra serie de elementos que trabajan en conjunto para mantenernos vivos y saludables.
Cada uno de ellos cumple funciones vitales y su presencia en las proporciones correctas es algo esencial para el correcto funcionamiento del organismo. De hecho, una pequeña variación en alguno de ellos, ya sea un aumento o una disminución, podría acarrear graves daños para nuestra salud.
OXÍGENO (O) – 65.0%
El oxígeno es el elemento más abundante del cuerpo humano, representando casi el 65% de toda nuestra masa corporal. Es fundamental para la respiración celular, el proceso mediante el cual las células producen energía. Así, el oxígeno que inhalamos a través de las fosas nasales y que llega a los pulmones se transporta en la sangre mediante la hemoglobina y es utilizado por las mitocondrias para convertir la glucosa y otros nutrientes en adenosín trifosfato (ATP), la principal fuente de energía para las células. Además, hay que tener en cuenta que el oxígeno es un componente clave del agua, que constituye aproximadamente el 60% del peso corporal total.
CARBONO (C) – 18.5%
El carbono es la columna vertebral de todas las moléculas orgánicas que nos forman, representando así el 18.5% de la masa corporal de cualquier individuo. Este elemento es el fundamento de la vida, ya que forma el esqueleto de las moléculas esenciales como los carbohidratos, los lípidos, las proteínas o los ácidos nucleicos (ADN y ARN). El carbono es vital para la estructura y función de las células, tejidos y órganos, y es completamente indispensable en procesos metabólicos y de síntesis de biomoléculas.
HIDRÓGENO (H) – 9.5%
El hidrógeno constituye el 9.5% de la masa del cuerpo humano y es el otro componente crucial del agua. Además, el hidrógeno es parte de casi todas las moléculas orgánicas y desempeña un papel importante en las reacciones químicas dentro del cuerpo, incluyendo las reacciones de óxido-reducción y la producción de energía. Por otro lado, la capacidad del hidrógeno para formar enlaces con el carbono y el oxígeno es esencial para la diversidad de estructuras y de funciones de las biomoléculas.
NITRÓGENO (N) – 3.2%
El nitrógeno representa el 3.2% de la masa corporal y es uno de los elementos esenciales en la estructura de los aminoácidos, que son los bloques que constituyen las proteínas. Estas últimas son macromoléculas indispensables para la correcta función y regulación de los tejidos, órganos y hormonas del cuerpo. Por otro lado, el nitrógeno se encuentra en los ácidos nucleicos, que almacenan y transmiten la información genética y, además, su disponibilidad es vital para el crecimiento durante la niñez y para la realización de la respiración celular.
CALCIO (Ca) – 1.5%
El calcio constituye un 1.5% de la masa del cuerpo humano y es un componente fundamental de los huesos y de los dientes, en los cuales se almacena en formato de fosfato de calcio. Además, de proporcionar un soporte estructural, el calcio es un elemento crucial para la contracción muscular, para la coagulación sanguínea y para la transmisión de señales nerviosas. Por esta razón, la correcta regulación de calcio en la sangre es esencial para el funcionamiento adecuado del sistema cardiovascular y muscular.
FÓSFORO (P) – 1%
Aproximadamente un 1% de nuestra masa corporal se identifica con la concentración de fósforo en el cuerpo. Este es un componente fundamental de los ácidos nucleicos y de las moléculas de ATP – la principal fuente de energía para las células. Además, el fósforo también forma parte de los fosfolípidos, que son componentes fundamentales de las membranas celulares, y es indispensable para mineralización y solidificación de los huesos y de los dientes.
POTASIO (K) – 0.4%
El potasio constituye un 0.4% de la masa del cuerpo humano y es un electrolito vital para la función celular. También juega un papel muy importante a la hora de mantener el equilibrio de los fluidos corporales, así como la contracción muscular y la función nerviosa. De hecho, el potasio también ayuda a regular el ritmo cardíaco y la presión arterial, siendo su concentración adecuada en las células esencial para el funcionamiento normal del sistema nervioso central y el muscular.
AZUFRE (S) – 0.3%
Aunque se hable mucho menos de él, el azufre es también uno de los elementos más abundantes en el cuerpo humano y, de hecho, solo constituye un 0.1% menos de la masa corporal que el potasio, mucho más famoso. Tiene una gran importancia en la composición de los aminoácidos y de las vitaminas, y es crucial para la síntesis de proteínas, enzimas y otras moléculas biológicamente activas. Además, el azufre también juega un papel importante en la desintoxicación y en la función antioxidante del cuerpo, protegiendo a las células del daño oxidativo.
SODIO (Na) – 0.2%
El sodio constituye el 0.2% de la masa del cuerpo humano y es, en palabras simples, un electrolito crucial para nuestro organismo. Al igual que el potasio, el sodio es un elemento fundamental para mantener el equilibrio de fluidos, la presión arterial y la función muscular y nerviosa. En pocas palabras: se trata de un elemento que, aunque presente una baja concentración, es prácticamente vital para asegurar el equilibrio ósmico en el cuerpo humano.
CLORO (Cl) – 0.2%
El cloro – sí, ese compuesto que le echas a la piscina para mantenerla limpia – también forma parte de nuestro cuerpo, siendo el 0.2% de toda su masa. Se trata de un elemento con una función muy específica pero igualmente esencial para la realización de una tarea tan simple como alimentarse: el cloro juega un papel esencial en la producción de ácido clorhídrico en el estómago, un compuesto indispensable para la producir la digestión de los alimentos.
MAGNESIO – 0.1%
Finalmente, de los grandes compuestos que dan lugar a nuestro cuerpo, el menos presente es el magnesio, constituyendo únicamente un 0.1% de nuestra masa corporal. Aun así, el magnesio sigue siendo un cofactor esencial para más de 300 reacciones enzimáticas que tienen lugar en nuestro organismo. Paralelamente, también tiene presencia en la síntesis de proteínas, en la producción de energía, en la regulación de la función muscular o en el mantenimiento de los niveles de glucosa en sangre.