El enigma de las jirafas: la comida y no el sexo explicaría el largo de su cuello

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En el paisaje de la sabana africana, frente a la puesta de un sol ardiente, pasea, prominente, un animal que alberga características únicas en su ecosistema: la jirafa. Con entre 4 y 5 metros de altura, a este majestuoso mamífero no le queda opción más allá que la de mirar por «encima del hombro» al resto de seres vivos del planeta: elefantes, cebras, ñus y, por qué no, también a todos aquellos biólogos que, a lo largo de la historia, han tratado de dar explicación evolutiva al largo de su cuello, sin llegar nunca a conclusiones definitivas.

Uno de los primeros en teorizar sobre ello fue Charles Darwin, quien en El origen de las especies achacó esos tres metros de extensión al éxito en la alimentación: según el naturalista, el cuello de las jirafas respondía a una ventaja evolutiva resultado de la selección natural. Sin embargo, otros estudios más recientes han apuntado a la selección sexual, que se explica al observar cómo los machos de esta especie se dan violentos cabezazos para competir por las hembras.

Entre estas teorías bascula la comunidad científica, que ahora ha retomado el eterno debate para, en esta ocasión, darle parcialmente la razón a una de ellas. Una nueva investigación dirigida por biólogos de la Universidad de Penn State, publicada en la revista Mammalian Biology, no solo ha explorado cómo este rasgo podría haber evolucionado, sino que además aporta nuevos conocimientos sobre la icónica cuestión.

comida, sexo, termorregulación y otras teorías

No es de extrañar que el aspecto físico de las jirafas haya llamado la atención a los humanos a lo largo de los siglos: «mezcla de camello y leopardo», como la describían erróneamente los antiguos romanos al clasificarla con el nombre de camelopardalis, estos mamíferos con cautivadoras manchas y piernas esbeltas albergan en su propio cuerpo una de las mayores incógnitas de la biología evolutiva.

Casi de forma contemporánea a las hipótesis darwinistas, el naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck sostuvo que la dimensión del cuello de las jirafas era el resultado de sus hábitos alimentarios: estas se habrían elongado para alcanzar el follaje de los árboles más altos, evitando de esta manera la competencia con otros herbívoros. No obstante, tras el surgimiento de esta teoría, que ha sido probablemente la más extendida, surgieron muchas más.

Por ejemplo, en los últimos años se ha hablado de la capacidad termorreguladora del cuello de las jirafas: algunos estudios sugieren que esta parte de su cuerpo evolucionó para hacer frente al Sol, ya que al orientarse hacia él proyectan sombra sobre el resto de su cuerpo; una conducta ampliamente observada en esta especie.

De manera más reciente, en 2022 un estudio ofreció una mirada inédita al cuello de las jirafas: basándose en el hallazgo del fósil de un pariente cercano a las jirafas modernas, los autores sugirieron que este rasgo de su cuerpo tendría origen en los combates de cortejo por las hembras, presente en las dos especies comparadas. Sin embargo, la nueva investigación proporciona argumentos para desmentir, al menos en este sentido, dicha conjetura. 

¿Tenía razón Lamarck? No es tan sencillo

Si la longitud del cuello de las jirafas se debe a los cabezazos entre machos para competir por la atención de las hembras, entonces ellos deberían tener el cuello más largo que ellas. Esa es la hipótesis en la que se basaron los investigadores de Penn State, y que terminaron refutando al observar su incumplimiento.

Los investigadores recopilaron miles de fotografías de jirafas Masai cautivas de los repositorios de fotografías de acceso público Flickr y SmugMug, así como fotografías de animales salvajes adultos que habían tomado durante la última década. Dado que las medidas absolutas, como la altura total, son difíciles de determinar a partir de una fotografía sin un punto de referencia de longitud conocida, los investigadores se centraron en cambio en las medidas relativas entre sí o en las proporciones corporales, por ejemplo, la longitud del cuello en relación con la altura total del animal.

Así, los resultados determinaron que, aunque en términos de tamaño los ejemplares de jirafa macho son más grandes que las hembras, proporcionalmente estas tienen cuellos y troncos más largos, mientras que los machos adultos, por otro lado, tienen patas delanteras más largas y cuellos más anchos. Un patrón que se observó tanto en ejemplares cautivos como salvajes y que sugeriría que una conducta entre los individuos hembra habría condicionado este rasgo de su físico.

En este sentido, los investigadores sí se apoyan en las teorías planteadas por Lamarck, aunque con matices, al indicar que la longitud del cuello puede ser el resultado de que las hembras busquen hojas en las profundidades de los árboles que de otro modo serían difíciles de alcanzar. «Una vez que las hembras alcanzan los cuatro o cinco años de edad, casi siempre están embarazadas y en período de lactancia, por lo que creemos que las mayores demandas nutricionales de las hembras impulsaron la evolución de los cuellos largos de las jirafas», explica en un comunicado Doug Cavener, profesor de biología en Penn State y autor principal del estudio.

A su vez, insisten en no abandonar la hipótesis conocida como «cuello por sexo» o «cuello por pugna», ya que podría dar explicación, no necesariamente a la longitud, pero tal vez sí al mayor grosor del cuello entre los machos, necesario para golpear con fuerza a sus rivales en el combate con otros machos. De esta forma, continúa abierto el debate, a la espera de que surjan nuevas visiones que, aunque no resuelvan el enigma evolutivo definitivamente, nos permitan conocer más detalles sobre la naturaleza de estos fascinantes e imponentes animales. 

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