Megalodón, así era el monstruo marino más letal del océano

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Por suerte, nuestra especie no se ha topado nunca con el depredador más grande que ha existido jamás sobre la tierra, aunque es probable que nuestros antepasados, los australopitecos, sí que se hubiesen estremecido al ver el espectáculo de un megalodón devorando y descuartizando una presa bajo el agua.

Y es que estos monstruos marinos de hasta 60 toneladas de peso (aproximadamente la mitad que una ballena azul) surcaron durante decenas de millones de años las aguas de los océanos de casi todo el planeta y devoraban presas inmensas con sus mandíbulas imponentes.

Sin embargo, aunque parezca mentira, sabemos menos sobre estos monstruos marinos que sobre los dinosaurios, que se cree que se extinguieron hace unos 66 millones de años. Y es que estos peces cartilaginosos dejaron un registro fósil muy poco extenso del que solo se ha podido conservar algunos dientes, de los que la datación continúa generando ciertas dudas.

Sin embargo, este coloso de los océanos ha despertado el interés entre los humanos desde tiempos inmemoriales. Sus dientes fosilizados, por ejemplo, maravillaron al antiguo filósofo e historiador romano Plinio el Viejo (23-79 d. C), quien especuló en su obra Naturalis Historia, una de las primeras enciclopedias científicas del mundo, que estos fósiles podrían ser meteoritos que habían descendido a la Tierra durante un eclipse lunar, una creencia que perduró a lo largo de los siglos y que llegó a generalizarse hasta el siglo XII.

Los coleccionistas de dientes pronto proliferaron en todo el mundo, y con ellos, las especulaciones sobre la existencia de auténticos monstruos oceánicos que sobrepasaban la imaginación de cualquier leyenda. Y es que nada podía competir con las dimensiones y potencia del megalodón (Otodus megalodon). En el mundo actual no podemos compararlo con ninguno de los grandes depredadores marinos que pueblan los océanos.

Para hacer una comparativa, los tiburones blancos más grandes que existen actualmente apenas superan las dos toneladas de peso, mientras que las orcas más grandes solo superan las 6 toneladas. En cualquier caso, son 10 veces menos que estos colosos antediluvianos. Cualquiera de estas criaturas sería un simple tentempié para estos monstruos del océano. Solo la ballena azul, de hasta 120 toneladas, podría estar a la altura en cuanto a peso y volumen se refiere, aunque no en letalidad, habida cuenta de que se trata de una especie filtradora de plancton.

Un registro fósil escaso 

Cuando pensamos en el megalodón imaginamos una criatura antediluviana que vivió hace cientos de millones de años. Nada más lejos de la realidad. Estos leviatanes de los océanos son unas criaturas relativamente recientes desde el punto de vista geológico. Surgieron hace unos 23 millones de años, y se extinguieron hace entre 4,5 y 2,5 millones, mucho después que los dinosaurios. Sin embargo, esta especie sigue siendo un misterio para la comunidad científica.

Aunque en los últimos años se han llevado a cabo análisis isotópicos almacenados en los dientes que han arrojado nueva luz sobre su dieta y área de distribución, aún no sabemos exactamente cuándo medía, cuánto pesaba y ni qué forma exacta tenía ¿Por qué motivo? ¿Qué hace que los fósiles sean tan esquivos para la ciencia? La respuesta está en los huesos. O, mejor dicho, la ausencia de ellos.

Como todos los tiburones, el megalodon es un pez cartilaginoso. Por ello es tan difícil encontrar restos óseos en el registro fósil. Las piezas más abundantes suelen ser los dientes, aunque casi todos aparecen aislados, pues los tiburones mudan continuamente su dentición. Esto hace, por ejemplo, que sea extraordinariamente difícil encontrar dientes de estos colosos. 

La mordedura más letal que jamás ha existido 

Sin embargo, los análisis fosilíferos realizados hasta la fecha han arrojado cierta luz que nos permiten elucubrar qué características podían tener estos enormes peces. Par empezar, su tamaño. Se calcula que un ejemplar adulto podía medir unos 16 metros de longitud, unas 3 veces más que un tiburón blanco y unas 10 veces más que un humano.

Con semejante envergadura resulta fácil hacerse una idea de la fuerza que podía tener este monstruo marino. Se calcula que la potencia de su mordida era de entre 100.000 y 180.000 newtons, unas 14 veces más potente que la del tiburón blanco. 

El análisis del conjunto de vértebras de megalodón más completo jamás encontrado, descubierto en 1860 en Bélgica, arrojó nueva luz sobre el ciclo vital de estos escualos: se cree que podían llegar a vivir hasta 100 años (casi 4 veces más que el gran tiburón blanco), crecer a un ritmo de más de 16 centímetros al año durante la primera mitad de su vida. Nada desdeñable, teniendo en cuenta que estos colosos medían más de dos metros de largo en su etapa juvenil.

Se adaptaban a distintas latitudes 

Una de las características más destacadas de estos tiburones prehistóricos es su cáracter cosmopolita. Esto es, podían adaptarse a latitudes muy diversa. Se han hallado restos fósiles en lugares muy distantes, desde mares tropicales y proco profundos hasta cerca de las costas en casi todos los continentes, excepto la Antártida. Para entender esta amplia distribución, sin embargo, hay que tener en cuenta las características geológicas y geográficas de la Tierra durante mediados del Mioceno, hace entre 23 y 5,23 millones de años, cuando vivían estos grandes escualos.

Entonces, los actuales continentes estaban separados por extensos mares, lo que probablemente sirvió para que estos grandes escualos ampliaran su área de distribución geográfica. Así, durante todo este período estos colosales tiburones expandieron de forma considerable su área de distribución y se expandieron por casi todo el planeta.

Pocas zonas de cría, una de ellas en la actual Tarragona 

Sin embargo, que vivieran por todo el mundo no significa que pudieran reproducirse en cualquier sitio. Los datos recabados por la comunidad científica parecen indicar que los megalodones lo hacían en zonas específicas a las que regresaban frecuentemente para aparearse y procrear. Una investigación publicada en 2020 identificó 4 áreas en todo el mundo: una cerca del Parque Estatal Calvett Cliffs, en el actual estado de Mayrand, otra en Florida y dos más en Panamá y otra frente a las costas de Tarragona.

Todo indica, por tanto, que estos animales contaban con muy pocas zonas de cría. ¿Por qué motivo? Una posible razón es la dificultad de encontrar una zona que sea lo suficientemente segura como para mantener a salvo a los ejemplares juveniles. Cualquier lugar infestado de tiburones u otros depredadores podía resultar letal para la supervivencia de la prole.

¿Por qué eran tan grandes? 

Una de las preguntas que indudablemente vienen a la mente a cualquier investigador es por qué estos escualos llegaron a ser tan grandes. Tener grandes dimensiones múltiples beneficios, especialmente para una criatura marina. Los animales más voluminosos tienen menos depredadores, pueden atravesar distancias mayores y les es más fácil retener el calor corporal. Y es que, aunque los megalodones son peces, son criaturas de sangre caliente, igual que ocurre con su primo hermano actual, el gran tiburón blanco. A mayor tamaño, mayor aceleración del metabolismo, y por ende, mayor probabilidad de éxito.

Las únicas especies de tiburón capaces de mantener una temperatura corporal alta son los que forman el orden de los lamniformes, entere los que se incluye el marrajo, el tiburón salmón y gran tiburón blanco. Esta habilidad les permite, entre otras ventajas, nadar a mayor velocidad durante mayor tiempo, lo que les permite realizar grandes migraciones. Así, se estima que los megalodones eran como máquinas de combustión interna capaces de mantener la energía y la potencia suficiente que les permitiese mantenerse siempre en las primeras posiciones de la cadena alimentaria.

¿Por qué se extinguieron? 

Los megadolones prosperaron durante más de 20 millones de años en casi todas las aguas del mundo, incluso pudo competir casi en igualdad de condiciones con otro gran depredador marino: el Lyvyatan, un monstruo marino de casi 18 metros de largo que vivía en el océano hace unos 10 millones de años y del que se cree se extinguió hace unos 5 millones de años. ¿Por qué desapareció casi del día a la noche? Con la escasez de fósiles disponibles es difícil responder a esta pregunta.

Los fósiles más recientes de megalodón están datados del Plioceno, un período geológico muy extenso, de hace entre 5,3 y 2,6 millones de años. ¿Significa esto que se extinguieron exactamente en ese período, o es posible que nos se hayan encontrado fósiles de períodos posteriores? Los investigadores no pueden responder a esta pregunta con datos concluyentes, y tampoco pueden arrojar luz sobre si desaparecieron de forma súbita o progresiva.

Es posible que sus poblaciones se fueran reduciendo progresivamente hasta desaparecer, o puede que sus poblaciones fueran prósperas hasta el final, y que hubiesen desaparecido por algún cataclismo. De todos modos, una de las hipótesis más plausibles que barajan los científicos es el enfriamiento súbito que experimentó el planeta hace unos 2,5 millones de años, con grandes glaciaciones y capas de hielo permanentes. Quizás esto fue demasiado para una especie de sangre caliente que dependía en gran medida de las aguas cálidas.

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