Nuestro Sol, una estrella cálida de tipo espectral G2 y luminosidad V que se clasifica en el grupo de las llamadas enanas amarillas es, hablando en términos relativos, una rareza en la Vía Láctea. De hecho, las estrellas más comunes en nuestra galaxia son considerablemente más pequeñas y más frías y poseen apenas la mitad de la masa del Sol. Miles de millones de planetas orbitan estas pequeñas estrellas comunes en nuestra galaxia: las enanas marrones. 

En general, la radiación total emitida por una enana marrón es mucho menor que la radiación total emitida por el Sol, por lo que para capturar suficiente calor como para ser habitables, los planetas situados en la órbita de una enana marrón habrían de ubicarse muy cerca de su estrella, algo que, por otra parte, los dejaría expuestos a las fuerzas extremas de marea generadas por esta.

Ahora, tras un nuevo análisis basado en los últimos datos del telescopio Kepler de la NASA, un equipo de astrónomos de la Universidad de Florida ha descubierto que dos tercios de los planetas ubicados alrededor de estas enanas marrones podrían ser arrasados por estas fuerzas extremas de marea, generando una fricción y calor suficiente como para esterilizarlos por completo. Sin embargo, eso significa que un tercio de estos planetas, cientos de millones en toda la galaxia, podrían ubicarse en la zona habitable de su estrella, es decir, en aquella propicia para albergar agua líquida y por tanto también vida.

Sarah Ballard y Sheila Sagear, investigadoras del departamento de astronomía de la Universidad de Florida, han estudiado durante mucho tiempo estos exoplanetas que orbitan estrellas distintas al Sol. “Creo que este resultado es realmente importante para la próxima década de investigación de exoplanetas, porque los ojos se están desplazando hacia esta población de estrellas”, explica Sagear. «Estas estrellas son excelentes objetivos para buscar pequeños planetas en una órbita en la que es concebible que el agua sea líquida y, por lo tanto, el planeta sea habitable», añade. 

Para llegar a esta conclusión Sagear y Ballard midieron la excentricidad de una muestra de más de 150 planetas del tamaño de Júpiter que orbitaban alrededor de estrellas enanas marrones. Las investigadoras descubrieron que si un planeta orbita lo suficientemente cerca de su estrella, aproximadamente a la distancia que Mercurio orbita alrededor del Sol, una órbita excéntrica puede someterlo a un proceso conocido como calentamiento por marea. A medida que el planeta se estira y se deforma por la variación de las fuerzas gravedad a lo largo de su órbita irregular, es calentado por la fricción, algo que podría «hornear» el planeta, eliminando toda posibilidad de agua líquida.

“La distancia es realmente la pieza clave de información que nos faltaba y que nos permite hacer este análisis”, declara Sagear, quien afirma, además, que las estrellas con múltiples planetas son las más propensas a tener órbitas circulares que les permitirían retener agua líquida, y que las estrellas con un solo planeta eran las más propensas a presentar fuerzas de marea que los harían inhabitables. 

Dado que un tercio de los planetas en esta pequeña muestra tenían órbitas lo suficientemente suaves como para albergar potencialmente agua líquida, eso probablemente significa que la Vía Láctea tiene cientos de millones de objetivos prometedores para buscar signos de vida fuera de nuestro sistema solar.

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