La tuberculosis bovina -causada por la bacteria Mycobacterium bovis- es una enfermedad crónica e infecciosa que afecta a vacas, bueyes y toros, entre otras especies. Y, al contrario de lo que parece por su nombre, los humanos no estamos exentos del contagio. 

Aunque los focos principales de la afección se sitúan en África y ciertas partes de Asia, esta también se encuentra en Europa y América. Y en este sentido, según los datos de 2022 publicados en la revista de ámbito veterinario Animals Health, España está entre los 3 países europeos más afectados por la tuberculosis zoonótica en personas, solo superada por Suecia e Irlanda.

Ahora, una reciente flexibilización en los controles del ganado en Castilla y León -comunidad autónoma que concentra gran parte del censo bovino (21,7%) en España- hace que tanto ganaderos como consumidores retomen su preocupación en torno a esta enfermedad. 

¿Cómo se transmite y se diagnostica la tuberculosis bovina en animales?

Entre animales, el contagio puede producirse por la inhalación de gotas infectadas que un animal enfermo expulsa al toser, o también de forma indirecta, a través de la ingesta de piensos contaminados. 

La enfermedad evoluciona lentamente en el organismo de los animales, quienes pueden estar infectados durante meses e incluso años hasta morir. Esto hace que un solo animal pueda propagar la bacteria en todo el rebaño antes de manifestar los síntomas, que son:

DebilidadTos intermitenteDiarreaPérdida de apetito y de pesoFiebreGanglios linfáticos grandes

Al igual que en las pruebas para humanos, la forma de diagnosticar la enfermedad en los animales presuntamente infectados es el test de tuberculina: un método subcutáneo que consiste en inyectar la bacteria y, 72 horas más tarde, medir el grosor de la piel para detectar inflamación. Sin embargo, el método no es 100% efectivo, y por eso la enfermedad debe descartarse de forma definitiva a través de un cultivo, que puede tardar hasta 8 semanas.

¿La tuberculosis bovina es peligrosa para los humanos?

El diagnóstico temprano en animales infectados es fundamental para evitar que los productos derivados de bovinos -como la carne, la leche o el queso- ingresen contaminados en la cadena alimentaria. 

Hasta ahora no es posible distinguir clínicamente la Mycobacterium tuberculosis de la M. bovis, pero se estima que en algunos países la segunda provoca el 10% de los casos de tuberculosis en humanos. En línea con esto, un documento del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos muestra que es muy poco probable contagiarse de tuberculosis bovina, pero en caso de que suceda, puede provocar un cuadro grave de fiebre, sudores nocturnos y pérdida de peso. 

Para prevenir la enfermedad, los expertos recomiendan consumir siempre productos lácteos pasteurizados y someter la carne a temperaturas elevadas. La bacteria es sensible al calor, por lo que asegurarse de que se ha realizado una buena cocción del alimento es fundamental para reducir las posibilidades de contagio.

En el caso de presentar síntomas o de haber estado en contacto directo con ejemplares infectados, el paciente debe buscar atención médica inmediatamente.

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