Los humanos primitivos tenían forma de pelota con 4 brazos, 4 piernas y dos cabezas. Eran fuertes y poderosos, y para avanzar, podían rodar sobre sus barrigas. Esto no lo digo yo, si no Aristófanes, un dramaturgo de la Grecia clásica que, probablemente, en la actualidad habría suspendido biología. Según el relato, por conspirar contra los dioses, Zeus partió a estos humanos en dos y los condenó a buscar a su mitad, a su “media naranja” por toda la eternidad. Este mito es una magnífica referencia al amor, pero, dándole una pequeña vuelta, también es perfecto para explicar otra realidad muy presente en la vida de miles de personas: las donaciones de órganos.

Esta práctica altruista tiene un impacto trascendental en la vida de miles de pacientes. Solo en España, 5 383 personas encontraron a su media naranja en 2022, y en el mundo la cifra supera los 150 000, un número impresionante si pensamos en que son vidas que, sin esta tecnología médica ya se habrían extinguido. Por ello, este 2023, el 7 de junio se celebra el Día Nacional del Donante de Órganos en España. Aunque, actualmente, se están dando los primeros pasos para que esta práctica vaya cambiando poco a poco hasta que, finalmente desaparezca.

¿De dónde viene mi media naranja?

Los órganos para trasplantar pueden tener distinto origen, lo que cambiará su prefijo y la complejidad del postoperatorio. Cuando el tejido proviene del propio paciente, se llama autotrasplante, y aunque el más famoso sea el de pelo, también se puede realizar con miembros, órganos o fluidos. Biológicamente hablando, los autotrasplantes son los más sencillos, ya que el tejido es inmediatamente reconocido por el cuerpo como propio y las complicaciones, si existen, generalmente derivan de la propia operación.

Con los trasplantes que vienen de otra fuente comienzan los problemas, ya que el cuerpo puede rechazarlos y atacarlos al detectarlos como “intrusos”. Cuando el órgano es de una persona genéticamente idéntica, como un gemelo univitelino, se denomina isotrasplante. En cambio, si viene de otro donante, vivo o no, se llamará alotrasplante; y si proviene de otro animal no humano, como el cerdo, se llamará xenotrasplante. Este sería el orden de menor a mayor riesgo, ya que cuanto más parecido sea el donante al paciente, menos posibilidades hay de que el sistema inmunitario note el cambiazo de órgano y ataque al nuevo para deshacerse de él. Es en este punto donde cobra importancia la media naranja y conocer la fisiología del cuerpo humano.

¿Eres mi media naranja?

Afortunadamente no existe únicamente una media naranja para cada uno. Al ser 8 mil millones de personas en el planeta, hay muchísima variabilidad genética que, por puro azar, acaba creando personas biológicamente compatibles, aunque siempre es más probable que esta compatibilidad se dé entre familiares. Poniendo el ejemplo de la sangre, existen 4 tipos principales: O, A, B y AB, dependiendo de la presencia de pequeñas cadenas de azúcares en la superficie de los glóbulos rojos.

Si esto acabase aquí, todo sería mucho más sencillo para los hematólogos, pero la biología tiene la manía de complicarse siempre que puede. Aparte de estos azúcares, existen otras muchas modificaciones posibles, como proteínas, lo que da lugar a un total de 44 grupos de sangre distintos conocidos hasta la fecha, aunque con prevalencias mucho menores a los 4 grupos principales.

En las células de los órganos sucede algo similar, aunque a mayor escala. En cada uno de nosotros hay una combinación casi única de proteínas y azúcares denominados antígenos leucocitarios humanos. Estos antígenos actúan como un documento de identidad celular que han de presentar en todo momento, porque en cuanto alguna célula presente una combinación distinta, será detectada y destruida. En el caso de los trasplantes, este es el temido rechazo, razón por la cual un trasplante de órganos suele ir acompañado de una inmunosupresión para que el sistema inmunitario no acabe con el órgano que lo mantiene con vida.

Lamentablemente, este tratamiento es una hoja de doble filo, ya que deja al paciente a merced de virus y bacterias ambientales oportunistas. Estos huéspedes indeseados tienen vía libre para colonizar el cuerpo al no encontrar ninguna resistencia y, por esta razón, científicos de todo el mundo tratan de encontrar la forma de reducir la dependencia de los inmunosupresores.

Cómo crear tu media naranja

Diferentes grupos de investigación abordan el problema de los inmunosupresores desde distintos ángulos, como la utilización de nuevos fármacos. Pero sin duda, entre las soluciones más innovadoras encontramos un equipo de investigación canadiense que ataca el problema de raíz. Utilizando un cóctel de enzimas pancreáticas, consiguen eliminar los marcadores que tienen las células en su superficie manteniendo la función del órgano.

De esta forma “ocultan” las células a la vigilancia constante del sistema inmunitario que funcione sin que sea necesario inmunosuprimir al paciente. El hallazgo, presentado en la revista Science, muestra algunas limitaciones, como que las células podrían, con el tiempo, regenerar los marcadores de su superficie, lo que provocaría un rechazo inmediato. Sin embargo, se trata de un camino que vale la pena explorar para conseguir, en situaciones de vida o muerte, órganos temporalmente compatibles a partir de otros que inicialmente no habrían servido por incompatibilidad.

Aunque, sin duda, otra de las vías que permitirá reducir las listas de espera es la creciente utilización de xenotrasplantes entre animales modificados genéticamente y humanos. En 2021 un equipo estadounidense trasplantó con éxito un riñón entre de cerdo a un humano. Entre los experimentos, probaron con éxito la producción de orina del órgano, así como su comportamiento general durante 74 horas. Solo un año después, en 2022, un equipo de cirujanos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland consiguió lo que parecía imposible: el trasplante de un corazón de cerdo modificado a un hombre de 57 años, que pudo alargar su vida durante 2 meses.

Estos avances en la biotecnología nos muestran que las llamadas «granjas de órganos» pueden convertirse en una realidad para los cientos de miles de pacientes que actualmente se encuentran en una de las tortuosas listas de espera. Estas personas podrían así tener una oportunidad para encontrar a su media naranja, pero no por azar, sino por el impresionante trabajo de equipos médicos e investigaciones biotecnológicas.

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