La CIA bautizó a Oleg Penkovsky con el nombre código «héroe». Y, quizá, no era para menos.

Este coronel del servicio de inteligencia de las Fuerzas Armadas de la Unión Soviética (GRU) se convirtió en plena Guerra Fría en una fuente invalorable de información sobre las capacidades militares de la superpotencia comunista.

Algunos consideran que fue el doble agente más valioso que tuvo Occidente.

Era un espía que tenía puerta franca para acceder a muchos de los secretos mejor guardados de la URSS y, gracias a ello, pudo aportar datos clave que hace 60 años permitieron a Washington gestionar la Crisis de los misiles soviéticos en Cuba, contribuyendo a su solución pacífica.

«Sus acciones pueden ser vistas como heroicas porque sin ellas podríamos no estar hablando ahora. Sin la inteligencia aportada por Penkovsky, la Crisis de los misiles podría haber desembocado en un conflicto nuclear«, dice Jeremy Duns, autor de un libro sobre este espía soviético titulado «Nombre código Héroe», que se basa, entre otras fuentes, en la revisión de documentos desclasificados.

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