La economía circular es una estrategia económica y productiva cuyo objetivo es el de reducir al máximo posible el uso de materias primas en el tejido productivo y minimizar la generación de desechos no reciclables. En esencia se podría decir que se basa en las tres erres: Reducir, Reusar y Reciclar, lo cual implica a consumidores y empresas en la tarea de conseguir un futuro más sostenible.

Ya en 2015, la Unión Europea adoptó un plan para acelerar la transición hacia una economía circular, definido como un modelo en el que “el valor de los productos, materiales y recursos se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, y en la que se reduzca al mínimo la generación de residuos”. Y desde entonces tanto organismos internacionales como empresas privadas buscan precisamente un modelo más eficiente de cara al futuro.

En otras palabras, la economía circular pretende superar el modelo económico tradicional, basado en el uso de grandes cantidades de recursos, por una alternativa viable y eficiente que minimice el impacto medioambiental. Y es que, según datos del Parlamento Europeo, la Unión Europea produce más de 2.500 millones de toneladas de residuos al año. Con una economía basada en el reciclaje, los países comunitarios podrían ahorrarse hasta 630.000 millones de euros anuales y crear 580.000 empleos. Un impacto económico iría paralelo al beneficio medioambiental, ya que ayudaría a rebajar un 70% las emisiones de CO2 para 2030.

Más allá del reciclaje

El concepto engloba un campo mucho más amplio que el reciclaje, ya que abarca el ciclo completo de producción, incluyendo el uso eficiente de materias primas, la optimización de los recursos energéticos y la minimización de riesgos medioambientales. Es por ello que algunos conservacionistas hablan de las “nueve erres”, “repensar, rediseñar, refabricar, reparar, redistribuir, reducir, reutilizar, reciclar y recuperar energía”.

Como explican desde la fundación Ellen McArthur, las tres características que definen un modelo de producción circular son los siguientes:

1) Un diseño ecológico, que minimice la contaminación y la generación de residuos: El diseño de envases determina el impacto ambiental después de ser desechado. Por una parte, los expertos en materiales investigan y prueban nuevos envases fabricados con residuos vegetales, que pueden emplearse, por ejemplo, en la producción de envases de alimentos o bebidas. Además, el ecodiseño minimiza el impacto ambiental de ciertos recipientes, ya sea aumentando su capacidad o eliminando los componentes contaminantes.

2) Uso prologando del ciclo de vida productos y materiales: En este sentido, el concepto incluye las clásicas ‘tres erres’ del reciclaje: reducir, reutilizar y reciclar, aunque abarca un concepto más amplio, que incluye la ‘reparación’ de productos averiados como alternativa a la reposición, una nueva idea que permita combatir el modelo de ‘obsolescencia programada’, aplicable a aquellos artículos (especialmente mecánicos) que cuentan con una vida útil limitada.

3) Regeneración del medio natural: La economía circular no solo debe tener como objetivo la reducción del impacto ecológico y el uso eficiente de los recursos. También persigue la máxima reparación posible de los daños medioambientales producidos. En este sentido, las empresas comprometidas con este nuevo modelo productivo deben demostrar su responsabilidad medioambiental corporativa con acciones o decisiones ecológicas que pueden ir desde la reforestación hasta la participación en proyectos de limpieza de basuras de playas y montes.

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