En conmemoración de los 200 años de independencia, los países centroamericanos -Honduras, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Guatemala-han comenzado sus celebraciones tomando en cuenta las medidas de bioseguridad debido a la pandemia del Coronavirus.
No obstante, los pueblos de la zona cuestionan cada vez más el sentido del festejo y aseguran que nunca han logrado la estabilidad necesaria para lograr el desarrollo pleno. Entre los factores que hacen cuestionar la independencia de estos países, está la pobreza, la migración, violencia, discriminación, corrupción y subordinación a los organismos internacionales.
Curiosamente, Panamá no celebra dicha independencia del poder de la colonia española, dado que no se independizó el mismo día que los países centroamericanos; sino que el 28 de noviembre de 1821 pasó a ser parte de la Gran Colombia, el proyecto continental de Simón Bolívar.
De la misma manera, pese a lo que se esperaba que fuera una celebración, en El Salvador, se iniciaron múltiples marchas, una de ellas liderada por jóvenes y mujeres, para protestar contra el gobierno de Bukele y sus medidas impopulares; acciones con las que estos ciudadanos manifiestan un patriotismo genuino.
Por su parte, los pueblos indígenas de Guatemala cuestionan el sentido de esta celebración, calificándola de falsa, ya que siguen sufriendo por la clase dominante criolla, que los invisibilidad, anula sus derechos y el reclamo por las tierras de las que fueron despojados; pensamiento que muchos hondureños comparten.
Por estos motivos que ponen en duda la independencia de Honduras, en un acto de patriotismo, los líderes de la oposición han convocado a marchas contra el gobierno actual, en protesta contra las ZEDE, proyecto que rechazan por ser ilegal y violentar la soberanía nacional. Todo ello, en la conmemoración de los 200 años de esta cuestionada independencia, llama a la reflexión acerca del rumbo que se debe tomar.
