Fátima Gálvez y Alberto Fernández no son nuevos en esto de ganar medallas de la mano. La pareja española de tiro en foso mixto ya había catado metal antes de los Juegos Olímpicos de Tokio, con un oro y un bronce en los Campeonatos de Europa de 2019 y 2021 de manera conjunta, y con sendos éxitos individuales. Sin embargo su medalla de oro en la capital japonesa les ha hecho escribir sus nombres en la historia del tiro español, que llevaba 17 años sin conseguir una chapa olímpica.

Por su actuación casi perfecta en la ronda clasificatoria (148/150) y en la final (41/50), se podría decir que Fátima Gálvez y Alberto Fernández lo tienen todo fácil con el rifle en sus manos. En competición se podría decir que sí, pero fuera del foso han vivido situaciones de lo más surrealista, como aquella en 2017 cuando fueron retenidos en el aeropuerto de Abu Dabi durante 18 horas.

“Estamos en un cuarto con cuatro policías fumando. No nos dejan movernos ni usar el móvil. Estamos congelados y no quitan el aire acondicionado. Estamos con mucha incertidumbre”, explicaba en su momento Alberto. La documentación de las armas de competición del equipo español estaba dando problemas y las autoridades locales no querían ningún susto. Junto a Antonio Bailón y Beatriz Martínez, los dos condecorados en Tokio tuvieron que hacer de tripas corazón y permanecieron retenidos.

Se trataba de un vuelo ordinario de Nueva Delhi a Abu Dabi, y desde allí a España tras haber triunfado en la Copa del Mundo. Pero un error en los trámites de las licencias de las armas hizo saltar las alarmas de Etihad Airways. Sólo tres de las cuatro armas estaban registradas por la agencia que reservó los billetes.

La embajada española en Abu Dabi medió y ayudó en las gestiones de los tiradores durante buena parte del tiempo que estuvieron retenidos, bajo estricta vigilancia policial, hasta para ir al baño. Una pesadilla que al final quedó en anécdota y que sirve para dar más valor al sacrificio que han hecho a lo largo de sus carreras para poder triunfar en su deporte. Afortunadamente, en Tokio todo ha sido más sencillo.

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