La Justicia rusa declaró este miércoles «extremistas» a varias organizaciones vinculadas a Alexéi Navalni, lo que supone en la práctica el desmantelamiento inmediato del movimiento político del líder opositor, actualmente en prisión por un antiguo caso penal.

«Tras una vista de 12 horas y media, el Tribunal Municipal de Moscú reconoció oficialmente a las oficinas de Navalni, al Fondo de Lucha contra la Corrupción (FBK) y al Fondo para la Protección de los Derechos de los Ciudadanos (FZPG) como organizaciones extremistas», señaló la defensa en su cuenta de Telegram.

«La decisión está sujeta a ejecución inmediata en cuanto al cese de las actividades de estas organizaciones«, explicó a su vez el servicio de prensa del tribunal en su cuenta oficial de Telegram.

Al quedar liquidadas y prohibidas, el FBK, el FZPG y la red de oficinas del movimiento político del líder opositor -repartidas hasta ahora en varias regiones de Rusia– no podrán difundir ninguna información, ni efectuar transacción financiera alguna, participar en elecciones o organizar protestas.

Además, según explicó la defensa en un comunicado, los empleados de esas organizaciones, así como aquellos que cometen «acciones deliberadas relacionadas con la continuidad o renovación» de las mismas, afrontan «hasta seis años de cárcel».

El propio Alexéi Navalni aseguró este miusmo miércoles que no se rendirá y que seguirá «luchando contra la corrupción» y por arañar votos al partido gobernante Rusia Unida.

«¿A quién le importa cómo nos llamen? El Fondo de Lucha contra la Corrupción (FBK) no es el FBK. La oficina de Navalni no es la oficina. No somos un nombre, ni un trozo de papel ni una oficina», señaló el opositor a través de su equipo en su cuenta de Instagram.

«Somos un grupo de personas que nos unimos y organizamos a los ciudadanos de Rusia que están en contra de la corrupción, [luchamos] por unos tribunales justos y la igualdad de todos ante la ley. Hay millones de ellos y mientras estén, no iremos a ninguna parte», dijo Navalni a sus seguidores.

El opositor afirmó asimismo que ahora hay que cambiar, evolucionar y adaptarse a la nueva realidad. «Pero no nos retiraremos de nuestros objetivos e ideas. Este es nuestro país y no tenemos otro», prometió Navalni.

Las organizaciones tienen ahora 10 días para recurrir la sentencia, algo que «ciertamente haremos», escribió en un comunicado «Equipo 29», ONG que participa en la defensa de las fundaciones sin ánimo de lucro. El juicio se celebró sin la presencia de medios de comunicación o público, dado que el caso fue clasificado como secreto.

En la vista de este miércoles, la primera real sobre el fondo del caso dado que la última audiencia solo duró una hora, todos los recursos de la defensa fueron rechazados, entre ellos la solicitud de que se pueda personar Navalni en el caso o la recusación del juez.

Según la defensa, «nunca se presentaron pruebas adecuadas de la culpabilidad» de las organizaciones, cuya declaración como extremistas no ha sido ninguna sorpresa para el líder opositor y sus aliados.

El FBK -azote del enriquecimiento ilícito entre altos cargos rusos- y el FZPG ya fueron declarados «agentes extranjeros» en octubre de 2019 y diciembre de 2020, respectivamente, y desde entonces perseguidas mediante la detención de sus empleados, la congelación de sus activos y registros de sus oficinas. La Fiscalía de Moscú anunció el 16 de abril que iba a buscar la liquidación por «extremistas» de las organizaciones de Navalni.

El argumento era que «los objetivos reales de sus actividades son crear las condiciones para cambiar los cimientos del orden constitucional, incluido el uso del escenario de la ‘revolución de color'», en alusión a las revueltas populares en el espacio promovidas desde el exterior según Moscú.

Incluso antes de una decisión judicial, el fiscal suspendió en abril ciertas actividades del movimiento político del opositor, y el juez del caso hizo al día siguiente lo propio con el FBK y el FZPG.

Acorralado por las autoridades rusas y la justicia, el líder opositor decidió el pasado 29 de abril adelantarse a la decisión judicial que considera inevitable y disolver su red de oficinas para proteger a sus colaboradores de la persecución penal.

Al día siguiente de la disolución de las sedes de Navalni, se supo que el supervisor financiero ruso, Rosfinmonitoring, ya había incluido a esta plataforma en la lista de organizaciones con vinculación con actividades extremistas y terroristas, lo que restringía sus actividades financieras.

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