Del «siempre es mejor cara a cara» al «espero que la reunión sea productiva». Joe Biden y Vladimir Putin no tienen buena sintonía, pero este miércoles se han visto por primera vez -como presidentes ambos- en Ginebra para precisamente eso: limar asperezas. Rusia y Estados Unidos son ahora mismo como el agua y el aceite, y el encuentro lo demostró, porque avances hubo pocos. «Sin hostilidades», aseguró Putin en rueda de prensa, dejando claro que habían pasado de perfil por los temas espinosos.

Eso sí, Biden amenazó a Putin directamente en torno al caso Navalni, asegurando que si le pasa algo al opositor «las conscuencias serán devastadoras«. Antes, Putin había sido muy rotundo sobre el asunto. «Ese hombre sabía que estaba infringiendo la ley vigente en Rusia. Tenía la obligación de comparecer como persona con dos condenas de prisión condicional. Ignorando a sabiendas, quiero subrayarlo, ese requisito legal, ese señor se marchó al extranjero para tratamiento y las autoridades no exigieron su comparecencia», argumentó.

Al mismo tiempo que justificó la maniobra de su Gobierno: «En cuanto salió del hospital y publicó sus vídeos en internet, se planteó esa exigencia«, sentenció. Y cerró la puerta también a otro de los asuntos candentes: la entrada de Ucrania en la OTAN. «Ni se valora», concluyó el presidente ruso.

Para Biden, Rusia y Estados Unidos pueden alcanzar acuerdos a pesar de ser casi enemigos, ateniendo a algunos mensajes de los últimos meses. «Deberíamos ser capaces de cooperar en aras de nuestro interés común, a pesar de que tenemos diferencias», dijo el presidente estadounidense tras el encuentro.

Pero, en todo caso, las advertencias no cesaron. «¿Qué pasaría si el resto del mundo viera a Estados Unidos como un país que se interpone en las elecciones de otros países, y todo el mundo se diera cuenta? Hay países como Rusia que hacen cosas que van contra los tratados internacionales«, alertó un Biden que mantuvo el tono pasado, a pesar de tratar de ser diplomático.

Tras sus duras palabras, Biden concluyó su rueda de prensa asumiendo la realidad. «Esto no es una Cumbayá, como decíamos en los sesenta, no nos vamos a abrazar, pero ni a ellos ni a nosotros nos interesa entrar en una nueva Guerra Fría«, comentó el presidente de Estados Unidos, mucho más crítico con Putin de lo que Putin lo había sido minutos antes con él.

El encuentro tuvo también su parte positiva. Biden y Putin acordaron el regreso de los embajadores, un problema que el presidente ruso da «por resuelto». De hecho, valoró esta decisión como «positiva». Los embajadores ruso y estadounidense abandonaron Moscú y Washington en abril, después de que la Administración Biden impusiera una batería de sanciones contra Rusia por su presunta intervención en las elecciones de 2016. Ahora ese choque parece sanado. En palabras de Putin, quedan detalles «técnicos» para volver a la normalidad en ese sentido.

Otro de los acuerdos que se dieron tiene que ver con la ciberseguridad. Ambos países iniciarán un diálogo para introducir posibles cambios al nuevo tratado de limitación de armas START, que se ha ampliado recientemente. Al menos de puertas hacia fuera Moscú no quiso elevar el tono y Putin añadió que ambos gobiernos comenzarán una ronda de consultas sobre estabilidad estratégica y para implantar más técnicas de control cibernético.

Vladimir Putin insistió en la buena disposición por parte de ambos líderes. «También acordamos que el Ministerio de Exteriores de Rusia y el Departamento de Estado de Estados Unidos iniciarán consultas sobre toda la gama de cooperación en la vía diplomática«, comentó. Para él, «hay todavía muchos problemas bilaterales que resolver», pero, dijo, las dos partes «estamos dispuestas a buscar soluciones.

Biden, por su parte, quiso marcar territorio desde el principio y al iniciar su rueda de prensa -que tuvo lugar después de que hablara Putin- esgrimió que «no hay ningún sustituto para el diálogo de líderes cara a cara». Además, avisó a su homólogo ruso de que seguirá «denunciando los derechos humanos». Y es que no todas las cartas se pusieron boca arriba, y hubo temas que apenas se tocaron en la reunión. Uno de ellos fue el caso de Alexei Navalni, opositor ruso encarcelado desde hace meses. Putin insinuó de hecho que podría ser un agente estadounidense infiltrado.

Aunque mire desde fuera, la UE también juega esta partida geopolítica y la Comisión Europea planteó este miércoles una nueva estrategia para el futuro de las relaciones con Rusia basada en la respuesta, la contención y el compromiso con Moscú, un enfoque que no introduce grandes cambios en la actual ‘hoja de ruta’, pese al creciente deterioro de las relaciones.

La propuesta presentada por el Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, evita elevar el tono con el Kremlin y viene a ser una continuación de la filosofía adoptada por el bloque europeo en tiempos de sus predecesora, Federica Mogherini. El plan irá ahora a la mesa de los líderes de los Veintisiete, que en la cumbre de junio decidirán el rumbo de las relaciones con Rusia.

En rueda de prensa, el Alto Representante defendió que la UE no abandonará los principios vectores que han regido la relación con Rusia hasta ahora, sino que se trata de «orientar su puesta en práctica». Con este planteamiento, el bloque europeo busca ser «más proactivo y menos reactivo», dirigiendo mejor la relación con Rusia y combinar las tres «herramientas» de una forma combinada. «Proponemos un fuerte compromiso, ser más asertivos, más activos y aumentar nuestras capacidades«, sostuvo Borrell.

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