El presidente Joe Biden espera completar la retirada de todas las tropas estadounidenses que quedan desplegadas en Afganistán en una fecha cargada de simbolismo, el próximo 11 de septiembre, cuando se cumplen 20 años de los ataques terroristas en Nueva York y Washington que prendieron la mecha de esta interminable guerra. El demócrata ha decidido extender la presencia militar más allá del 1 de mayo, que es la fecha límite que había pactado con los talibanes su antecesor en la Casa Blanca, el republicano Donald Trump, pese a las amenazas de ataques de este grupo islámico radical.

La guerra de Afganistán se convirtió muy pronto en una tela de araña para Estados Unidos, en el máximo exponente de esas campañas bélicas infinitas que la primera potencia mundial tiene más sencillo comenzar que terminar. La lanzó el presidente republicano George W. Bush un 7 de octubre de 2001, con las heridas de los atentados de Las Torres Gemelas y el Pentágono aún sangrantes, acusando a los talibanes de servir de guarida a Osama bin Laden y otros líderes de Al Qaeda vinculados a la matanza.

Los norteamericanos lideraron una coalición internacional para destruir este grupo terrorista y expulsar a los talibanes de Afganistán, pero después de casi dos décadas, y con más de 2.000 soldados estadounidenses muertos a la espalda, no ha acabado de lograr los objetivos. Barack Obama, que heredó el conflicto, fijó 2011 como la fecha de regreso de las tropas, pero tuvo que desdecirse y Donald Trump, que llegó al Despacho Oval decidido a honrar su promesa de cesar las “guerras lejanas”, también tuvo que cambiar el paso por la inestabilidad del país y la amenaza terrorista.

La cifra oficial de soldados desplegados en Afganistán, casi dos décadas después del inicio del conflicto, se sitúa en los 2.500 efectivos, si bien el número es variable y ahora mismo se calcula que hay más de 3.000, además de los 7.000 militares de la coalición de aliados, sobre todo, de la OTAN.

“Nos comprometemos a quedar en cero” para el citado próximo 11 de septiembre o incluso mucho antes, señaló un alto funcionario, bajo condición de anonimato, a la agencia de noticias Associated Press. Biden ya advirtió públicamente de que iba a ser difícil cumplir con la fecha del 1 de mayo para la retirada, tal y como acordó Trump en febrero de 2020. La extensión de la permanencia busca garantizar una retirada segura y ordenada, que no esté sujeta condiciones, explicó la citada fuente del Gobierno, pues una retirada condicionada sería, a la postre, “la receta para seguir en Afganistán para siempre”.

Biden busca la manera de por fin pasar página, con muchas dificultades. Según un informe de los servicios de inteligencia citado este martes por varios medios, la consecución de un acuerdo se paz resulta improbable en el próximo año, pese al progresivo repliegue de las tropas de los aliados, y los talibanes aprovecharán para comer más terreno. “El Gobierno afgano sufrirá para mantener a los talibanes a raya si la coalición retira su apoyo”, señala el documento.

Fuente: El pais

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