derrota-kBqG--620x349@abc.jpgSuena extraño que una final de la Champions se retransmita en abierto por televisión y la Supercopa de Europa se haga en una plataforma privada. Tan extraño como real, pero es así en Alemania. El dato refleja la inexistente querencia del fútbol germano con el primer título continental de la temporada. Quizás ese desapego de la televisión nace de los malos resultados alemanes en este torneo. La Supercopa de Europa, que mide al campeón de la Champions con el de la Europa League, lo que antiguamente era Copa de Europa y Copa de la UEFA, acumulaba hasta anoche 46 ediciones, con un total de ocho presencias de equipos teutones. Cuatro por parte del Bayern (1975, 1976, 2001 y 2013), dos del Hamburgo (1977 y 1983), una del Werder Bremen (1992), y otra del Borussia Dortmund (1997). De todas ellas, solo en una ocasión salió con una sonrisa un equipo alemán. Fue el Bayern de Guardiola, en 2013, tras derrotar al Chelsea de Mourinho en la tanda de penaltis. En las otras siete oportunidades, agua. Anoche, la negra leyenda alemana con la Supercopa de Europa la pintó de nuevo de color el Bayern, derrotando a un digno Sevilla tras 120 minutos de batalla. La final vino condicionada por la ausencia en el once de Davies, aquejado de problemas musculares. El excolchonero Lucas ocupó su lugar, pero el francés no tiene el recorrido ni la velocidad del lateral canadiense. De ahí que el Bayern insistiera por el interior, olvidándose de las bandas, que tanto le han dado desde que Flick ocupa su banquillo. El rodillo alemán, de presión en área rival y defensa en campo contrario, se topaba con Koundé y Diego Carlos, ahora mismo la pareja de centrales más potente en Europa. Un muro para un ataque acostumbrado a aplastar a las defensas rivales. Ocampos golpea primero Desde esa sobriedad defensiva se sacudió el Sevilla los clásicos primeros minutos del Bayern de acoso y derribo. En gol de Ocampos, en el 13, fortaleció la confianza de los andaluces. El argentino adelanto al Sevilla desde el punto de penalti. Pena máxima por derribo de Alaba a Rakitic, cuando el croata tenía ya ganada la posición y se disponía a fusilar a Neuer. 0-1. El Bayern no había hecho méritos para ir por debajo en el marcador, pero no es lo mismo lo que propones a dónde luego te lleva el devenir de un partido. La personalidad arrolladora del Bayern y su fútbol total se estrellaban contra un rival que no era seis veces campeón de la Europa League por casualidad. Como tampoco levantó la Champions el Bayern en Lisboa hace apenas un mes por azar. El tanto de Ocampos no cambió el guión de los bávaros, que continuaron apretando y sacando la mejor versión defensiva del Sevilla. A la media hora, Lewandowski tuvo el empate en un mano a mano que Bono atajó, paciente en la resolución del polaco, que quiso batirle con una ‘picadita’. Era el aviso de lo que vendría cuatro minutos después. En el 34, Muller, con el exterior, asistió a Lewandowski, inteligente en su movimiento para ganarle la espalda a Koundé. El ariete bávaro, de espalda a portería, vio llegar a Goretzka desde la segunda línea y le dejó el balón en bandeja para que el medio germano la pusiera en la red de Bono. Golpeo con la derecha, de primeras, imposible para el portero marroquí. 1-1, y por delante una segunda parte apasionante. Apasionante, y aún más igualada. El Bayern subió la intensidad y el Sevilla le respondió con madurez e inteligencia. Justo la que tuvo Koundé para dar un pasito hacia adelante y dejar a Lewandowski en fuera de juego. Era el minuto 51, y el tanto del polaco fue anulado por posición antirreglamentaria. Lo hizo el VAR, que para eso está la tecnología cuando el ojo humano se encuentra con situaciones tan al límite. Los fallos de En-Nesyri No fue el único tanto del Bayern que no subió al marcador. Una discutida falta de Lewandowski en el cuerpo a cuerpo con Escudero fue señalada por Taylor como falta, segundos antes de que Gnabry batiera a Bono. Goteaban las ocasiones del Bayern, como la que tapaba Fernando cuando el disparó de Sané ya enfilaba la red de Bono, pero las dos más claras las tuvo el Sevilla en las botas de En-Nesyri. La primera justo antes de la prórroga, y la segunda nada más comenzar el tiempo extra. En ambas, Neuer confirmó que vuelve a ser uno de los mejores porteros del mundo. La final la decidió en el 104 un futbolista que en los próximos días, si no pasa nada raro, será del Athletic. Así de paradójico es el fútbol. La cabeza de Javi Martínez, a la salida de un córner, superó a Bono y sepultó el buen partido del Sevilla.

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