Tania Lizbeth Santos Coy Tovar, maestra de un colegio de Piedras Negras (México), grabó recientemente su curioso encuentro con un gato con el que se encontró en la puerta de un supermercado.

Ni corto ni perezoso, el felino la acompañó al interior de la tienda, y luego, la guió hacia la estantería con la alimentación para mascotas, donde le señaló con una pata su marca favorita.

Su manera de pedir comida —no muy sutil pero sí inteligente— conquistó el corazón de la mujer, que adoptó al felino para que ya no tenga que recurrir a estas tácticas.

El gato, apodado Conejo porque no tiene cola, cuenta ahora con una página en Instagram, donde suma más de 12.000 seguidores. Sin embargo, su nueva dueña relata que, «antes de que Conejo saliera muy guapo en las fotos», tuvieron que sanarle muchas heridas supuestamente causadas por el maltrato de personas o por peleas con otros animales. Asegura que aunque se dejaba acariciar, se mostraba «muy triste y temeroso todo el tiempo».

«Antes de que llegara a nuestra casa no solíamos tener animales, pero creo que él nos mostró una gran lección de que debemos mostrar respeto, amor y empatía hacia otros seres», señala la mujer.

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