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Image caption Los fraudes estudiantiles han sido titulares en todo el mundo en los últimos meses.

La primera vez que Chris escribió un ensayo para otra persona, le pagaron con comida.

Un amigo le había comentado que su novia (que era estudiante) necesitaba ayuda, por lo que Chris aceptó revisar su trabajo. El ensayo, sin embargo, precisaba más que una edición.

«Las ideas estaban muy desorganizadas», describe Chris. Por esa razón terminó reescribiéndolo todo.

La estrategia funcionó: el ensayo fue bueno y la estudiante obtuvo una calificación alta. El amigo de Chris estaba contento.

«Me invitó a un plato de hotpot en Singapur. Era la primera vez que iba a un restaurante», recuerda. Luego, la novia de su amigo le pidió que la ayudara con otra tarea.

«Le dije que no podía comer un hotpot todos los días. Tenía que cobrar un precio. Fue entonces cuando me presentó a sus compañeros de clase y así empezó todo».

Actualmente Chris dirige lo que se conoce como una «fábrica de ensayos»: un lucrativo negocio dirigido a aquellos estudiantes que enfrentan dificultades para hacer las tareas escolares por su propia cuenta.

El fraude estudiantil es un tema que ha sido centro de atención recientemente, después de que un escándalo por sobornos en universidades de élite de Estados Unidos hiciera titulares en todo el mundo.

Este, sin embargo, no es el primero de su tipo: India, por ejemplo, todavía está lidiando con el desmantelamiento de un fraude (aparentemente a gran escala) en el examen de ingreso a una de sus escuelas de medicina.

Y las irregularidades van más allá de los procesos de admisión.

Existen otras formas de fraude una vez que los estudiantes ingresan a las universidades. En estas, las personas como Chris desempeñan un importante rol.

«Área gris»

Después de estudiar en Singapur durante muchos años, Chris regresó a China. Allí escribe ensayos para estudiantiles-clientes de países tan lejanos como Australia o Reino Unido.

Otros los delega en un grupo de personas que trabajan para él, haciendo lo mismo.

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Image caption Muchos de los estudiantes que enfrentan problemas para desarrollar sus tareas escolares, pagan a proveedores para que hagan el trabajo en su lugar.

Su negocio, que reporta unos US$150.000 al año, comenzó a crecer después de que la primera estudiante a la que ayudó se mudara a Australia para estudiar una maestría. Allí compartió el contacto de Chris con otras personas.

Chris escribe al menos un ensayo a la semana y, como especialista en estudios globales, asigna tareas sobre temas como negocios y finanzas a sus especialistas.

Cobra alrededor de 1 yuan por palabra, por lo que una pieza de 1.000 palabras tiene un precio aproximado de 1.000 yuanes (US$150).

Chris, quien no desea dar a conocer su apellido, sugiere que la naturaleza de su trabajo tiene una parte de fraude y otra educativa.

«Siempre les digo a los estudiantes que pueden consultar mi ensayo, pero no enviarlo directamente a su profesor. Lo que ellos hacen no está bajo mi control. Hay algunos que realmente aprenden de mí, así que creo que mi trabajo está en un área gris».

A veces, dice, quiere negarle sus servicios a los estudiantes.

«Me he dicho a mí mismo que debo dejar de hacerlo, porque estoy propiciando el fraude y ellos no aprenden nada de mí. Pero un mes después alguien vuelve a llamarme: ‘¿Podrías ayudarme otra vez, porque necesito aprobar esta tarea para graduarme?'».

«Entonces digo: ‘OK. Si ese es el caso, voy a ayudarte esta última vez’. Realmente quiero que aprendan, pero es difícil».

«100% libre de plagio»

Gareth Crossman, de la Agencia de Garantía de Calidad de Reino Unido, tiene una opinión considerablemente más dura. Él cree que, además de poner en riesgo su propia educación, las acciones de los estudiantes tienen implicaciones mayores.

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Image caption Los «fabricantes» de ensayos aprovechan los avances de la tecnología para atraer «clientes».

«También están engañando a la sociedad en general, porque nadie quiere que una persona se incorpore a la fuerza laboral si está francamente descalificada«, dice.

«El Colegio Real de Enfermería ha expresado su preocupación por este fenómeno, pues existen enfermeras que se gradúan sin las cualificaciones adecuadas».

«Creo que es positivo el hecho de que las instituciones estén cada vez más dispuestas a aceptar que esto es un problema (y ​​un riesgo para su reputación). También muestra que este es un asunto importante que debe resolverse».

Crossman cita una investigación publicada el año pasado por la Universidad de Swansea, que indica que al menos uno de cada siete estudiantes en todo el mundo podría estar cometiendo este tipo de fraude.

No es un fenómeno nuevo, agrega, sino uno que ha aumentado mucho debido a los avances de la tecnología y cómo los «fabricantes» de ensayos los han aprovechado.

«Cuando navegamos por las redes sociales, todos estamos acostumbrados a ver los anuncios que nos sugieren cuáles pueden ser nuestros intereses, y sucede lo mismo cuando se trata de los ‘fabricantes’ de ensayos», dice.

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Image caption Los estudiantes que pagan por sus trabajos evaluativos no estarán suficientemente calificados para insertarse en la vida laboral, señalan los críticos.

Los estudiantes con dificultades (aquellos que googlean preguntas del tipo: «¿cómo puedo obtener ayuda con mis ensayos?»), serán el objetivo de estos proveedores.

«Los mismos aseguran que ofrecen un servicio personalizado y completamente legítimo de ayuda con las tareas escolares».

«Usan frases como ‘100% libre de plagio’, lo cual podría ayudar a que se vea como una marca de calidad. Pero básicamente les estás diciendo a esas personas que pueden entregar esos trabajos como si fueran de su autoría y que no serán detectados por un software de plagio».

Crossman asegura que se trata de un negocio dirigido por el ánimo de lucro y que puede generar grandes cantidades de dinero a sus proveedores.

«Si necesitas, por ejemplo, una disertación de 10.000 palabras, te puede costar miles de dólares».

Una opción legal

La calidad de los proveedores, dice Crossman, varía. Algunos están altamente calificados y otros «apenas saben leer y escribir».

Luego está el riesgo de que te sorprendan. Chris dice que entre el 5% y el 10% de sus clientes han sido sorprendidos con ensayos que no son de su autoría.

«Les digo que no deben enviar la tarea directamente a su maestro. Deben echarle un vistazo y hacerle algunos cambios. Si no me escuchan, no es mi culpa «, dice.

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Image caption En su experiencia, Chris dice que entre un 5% y un 10% de sus clientes han sido sorprendidos haciendo fraude.

A pesar de las malas experiencias, los estudiantes a los que le ha sucedido no dejan de cometer fraude: «Siguen usando mis ensayos y lo que hacen es transformarlos usando sus propias palabras«.

Chris asegura que su intención es dejar de hacer este tipo de trabajo, pero sus clientes le piden que continúe. Y ahora tiene trabajadores que dependen de él.

«Tengo que pagarles, porque esta es su única fuente de ingresos. Si renuncio, nadie apoya a sus familias«.

Crossman cuenta que su organización le ha escrito a las grandes compañías tecnológicas para pedirles que bloqueen la publicidad de pago de los «fabricantes» de ensayos.

Dice que algunas como Google han dejado de hacer publicidad a estos proveedores al menos en Reino Unido, pero no ha habido una respuesta similar por parte de Facebook.

Y a pesar de la legislación en algunos estados de Estados Unidos, Nueva Zelanda e Irlanda, las «fábricas« de ensayos siguen siendo legales en la mayor parte del mundo desarrollado.

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Image caption Las «fábricas» de ensayos son legales en gran parte del mundo desarrollado.

Crossman dice que, si bien no hay ningún grupo demográfico que cometa fraude más que otro, son los estudiantes más vulnerables los que pueden terminar usando esta alternativa.

«Los estudiantes internacionales tienen más razones que los hacen vulnerables: no tienen redes de apoyo como la de la familia, y a veces no tienen las habilidades del idioma», dice.

«Es con ellos que las instituciones están en deuda, para asegurarse de que cualquier estudiante con dificultades sea identificado y reciba apoyo».

Al mismo tiempo, también se están desarrollando nuevos softwares contra el plagio capaces de detectar tanto los trabajos copiados como las piezas que tienen más de un autor o en las que la voz de este varía.

«Al parecer, es posible detectar la manera en que cada quien escribe», asegura Crossman.

Sin embargo, esta es solo una estrategia para enfrentar un desafío significativo. «Sí, la tecnología está avanzando», comenta, «pero no tenemos una solución mágica».

Este artículo es una adaptación de un episodio de la serie Essay Cheats, transmitida a través del Servicio Mundial de la BBC y su programa Business Daily.

Lee la historia original en inglés

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