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Seis días después del ataque a dos mezquitas de Christchurch, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, anunció la prohibición de los rifles semiautomáticos «estilo militar».

Y la noticia inmediatamente generó todo tipo de preguntas en Estados Unidos.

A pesar de que en los últimos años en el país se han producido varios tiroteos masivos. en EE.UU. se ha avanzado poco en las reformas de control de armas, especialmente a nivel federal, a pesar de que numerosas encuestas muestran un apoyo público generalizado hacia la implementación de medidas como una verificación reforzada de antecedentes y la prohibición de ciertos tipos de rifles de asalto.

El gobierno de Donald Trump prohibió el uso de bump stocks, unos dispositivos que hacen que las armas semiautomáticas puedan disparar ráfagas mucho más rápidas, como si fueran ametralladoras, y se han hecho algunos ajustes a las bases de datos de verificación de antecedentes para las compras en tiendas de armas.

Y en marzo pasado, Trump pareció considerar la posibilidad de una legislación más ambiciosa y «exhaustiva», diciéndole a los senadores que los lobistas a favor de las armas tenían poca influencia sobre él.

Pero de este entonces el presidente no ha vuelto a tocar el tema.

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Image caption Trump ha hablado de una legislación más exhaustiva y ambiciosa. Pero hasta el momento no ha actuado.

Ahora, una de las razones por la que Nueva Zelanda ha podido actuar con rapidez, es que es una democracia parlamentaria, lo que garantiza que el gobierno esté controlado por un partido o una coalición políticamente compatible.

Sin embargo, esa no es la única explicación de por qué EE.UU. ha seguido un curso diferente.

Aquí te explicamos cinco grandes obstáculos que se interponen en el camino de EE.UU. para realizar cambios importantes en la política de armas de fuego.


1. La Asociación Nacional del Rifle (NRA)

La Asociación Nacional del Rifle es uno de los grupos de interés más influyentes en la política de EE.UU., no solo por el dinero que gasta en presionar a los políticos, sino también por el nivel de compromiso de sus cinco millones de miembros.

La NRA se opone a la mayoría de las propuestas para fortalecer las regulaciones sobre armas de fuego y está detrás de los esfuerzos a nivel federal y estatal para revertir muchas restricciones existentes sobre la posesión de armas.

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Image caption La NRA sigue siendo el actor más influyente en el debate sobre armas de fuego.

En 2016, la NRA gastó US$4 millones en cabildeo y en contribuciones directas a políticos, así como más de US$50 millones en campañas políticas, incluidos aproximadamente US$30 millones para ayudar a elegir al presidente Donald Trump.

Su presupuesto anual es de aproximadamente US$250 millones, que se destinan a programas educativos, eventos para sus miembros, patrocinios, defensa legal y esfuerzos relacionados.

Y, más allá de los números, la NRA es conocida en Washington como una fuerza política capaz de encumbrar o derribar incluso a los políticos más poderosos.

La asociación califica a los políticos según sus votos y utiliza sus recursos y los de sus miembros -tanto financieros como organizativos- para apoyar a sus más fieros defensores y derrotar a sus oponentes más tercos.

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Image caption Trump dice que no le tiene miedo a la NRA. Pero hasta el momento no lo ha demostrado.

¿Podría cambiar? Los grupos a favor de un mayor control de armas, respaldados por benefactores ricos como el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, se han organizado más en los últimos años, intentando igualar el poder político de la NRA.

De hecho, en 2018, gastaron más que la NRA en las elecciones de medio periodo, en las que algunos demócratas prominentes a favor del control de armas ganaron reñidas contiendas.

Paralelamente, sus ingresos en 2017 se redujeron en US$56 millones, en su mayoría por una disminución de las cuotas de afiliación. Sin embargo, ese año la NRA recaudó US$ 378,1 millones, lo que garantiza seguir siendo el actor más influyente en el debate sobre armas de fuego.

2. Distribución de los votantes

Por primera vez en ocho años, los demócratas tienen mayoría en la Cámara de Representantes del congreso de EE.UU., y sus éxitos en las elecciones de medio término de 2018 se concentraron sobre todo en distritos suburbanos anteriormente bajo control de los republicanos.

En Atlanta, por ejemplo, un activista del control de armas se impuso en una de las elecciones más reñidas, derrotando al anterior representante republicano.

Sin embargo, en lo que se refiere a la Cámara las perspectivas electorales todavía se inclinan hacia los republicanos, que tienden a apoyar la posesión de armas.

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Image caption Miembros de la Cámara de Representantes sentados en el suelo para exigir acción en materia de legislación sobre las armas.

Debido a la forma en que se trazan las líneas de los distritos de los que salen los elegidos de la Cámara de Representantes, hay más asientos que se inclinan hacia la derecha que hacia la izquierda, lo que podría devolverle el control de la Cámara a los conservadores.

La demografía también juega un papel importante en la inclinación pro-armas de la Cámara, ya que en la misma hay más distritos rurales, que tienen mayores niveles de propiedad de armas, que distritos urbanos.

Por el momento, sin embargo, la iniciativa la tienen los demócratas, y 2019 los defensores del control de armas en la Cámara lograron dar un importante paso hacia adelante aprobando un proyecto de ley que requiere una verificación exhaustiva de los antecedentes para las ventas privadas de armas, incluidas las que se realizan en eventos de demonstración.

Anteriormente, el requisito de contrastar el nombre de los compradores de armas con una base de datos federal se limitaba solo a los distribuidores de armas registrados.

¿Podría cambiar? Con elecciones cada dos años y un electorado estadounidense que ha demostrado ser inconstante, la puerta a la reforma de la legislación sobre armas podría cerrarse de nuevo sin previo aviso.

3. Obstrucción en el Senado

El Senado es el mayor obstáculo para el éxito legislativo del control de armas.

Los estados dominados por votantes de grandes ciudades, como Nueva York, Massachusetts o California, son superados en número por los estados rurales y del sur, con inclinaciones pro-armas.

Y las reglas del Senado también pueden frustrar los esfuerzos para promulgar una regulación de armas más estricta, gracias a un mecanismo que en EE.UU. se conoce como «filibuster».

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Image caption Los estados con inclinaciones pro-armas son mayoría en el Senado.

Se trata de un obstáculo que implica que la mayoría de leyes importantes necesitan el respaldo de 60 de los 100 senadores para aprobarse, en lugar de una mayoría simple, que vendrían a ser 51 votos.

En 2013, después del tiroteo en una escuela de Newtown, Connecticut, parecía que los esfuerzos para fortalecer las verificaciones de antecedentes para comprar armas tenían el apoyo de ambos partidos en el Senado.

Sin embargo, el proyecto de ley recibió solo 56 votos a favor, cuatro menos de los necesarios para romper la obstrucción.

Desde entonces, ninguna medida de control de armas ha estado tan cerca de aprobarse. Y, por el momento, parece poco probable que el Senado apruebe el proyecto de ley de verificación de antecedentes aprobado por la Cámara, a pesar de que todo sugiere que una pequeña mayoría de senadores votaría a su favor.

¿Podría cambiar? Trump se ha manifestado a favor de acabar con el «filibuster» del Senado, y varios posibles candidatos presidenciales demócratas han hecho pedidos similares. Sin embargo, la mayoría de los senadores se oponen a cambiar las reglas.

4. Las cortes

Ante el estancamiento del tema en el Congreso, los estados de EE.UU. inclinados a la izquierda han desempeñado un papel más importante en la implementación de medidas de control de armas.

Después del tiroteo de Newtown, Connecticut, en 2012, 21 estados aprobaron nuevas leyes de armas, incluida la prohibición de armas de asalto en Connecticut, Maryland y Nueva York.

Pero algunas de las leyes se han topado con otra barrera: el sistema judicial de EE.UU.

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Image caption Protesters in front of the Supreme Court in 2008

En los últimos años, el Tribunal Supremo ha dictaminado dos veces que el derecho a poseer armas personales, como pistolas, está consagrado en la constitución de EE.UU.

La Segunda Enmienda dice que «al ser una milicia bien regulada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho de la gente a portar armas no debe ser vulnerado».

Y aunque los activistas de control de armas apuntan a la cláusula introductoria como evidencia de que la enmienda estaba destinada principalmente a crear una milicia «bien regulada», en 2008 un tribunal muy dividido concluyó que la Segunda Enmienda garantiza un amplio derecho a la posesión de armas de fuego que prohíbe la imposición de requisitos estrictos de registro de armas personales.

Desde entonces, los tribunales inferiores han tenido que considerar demandas contra las prohibiciones de armas de asalto, contra los requisitos de registro y contra las prohibiciones de portación visible, impuestas por algunos estados.

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Image caption La batalla también se da en las cortes.

¿Podría cambiar? Los jueces nombrados por Trump, Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh, históricamente han hecho una interpretación amplia de los derechos de la Segunda Enmienda. Y el presidente está llenando las filas de los tribunales inferiores con jueces a favor de las armas. Si acaso, el poder judicial se está moviendo hacia la derecha en este tema.

5. La diferencia de entusiasmo

Quizás el mayor obstáculo para promulgar nuevas leyes de control de armas a nivel nacional es que los opositores tienden a defender sus creencias con fiereza, mientras que el apoyo a la nueva regulación tiende a ir y venir con cada episodio de violencia.

La estrategia de la NRA, y la de los políticos pro-armas, es esperar a que amaine la tormenta y retrasar los esfuerzos legislativos hasta que la atención se desvíe y el clamor se desvanezca.

Los políticos a favor de las armas de fuego ofrecen sus pensamientos y oraciones, observan momentos de silencio y ordenan que las banderas ondeen a media asta. Luego, en silencio, los esfuerzos legislativos se atrasan y finalmente son descarrilados.

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Image caption Los esfuerzos por un mayor control de arman suelen ir y venir con los episodios de violencia.

Las protestas masivas dirigidas por estudiantes después del tiroteo en la escuela Parkland, ocurrido en febrero de 2018, centraron la atención en el tema durante un tiempo.

Pero luego las marchas se apagaron y los cambios en las leyes sobre armas de fuego, al menos a nivel federal, fueron mínimos.

Poco después del tiroteo de Las Vegas de octubre de 2017, la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, le dijo a los periodistas que «hay un momento y lugar para un debate político, pero ahora es el momento de unirnos como país».

«Hablaremos de las leyes sobre armas de fuego cuando pase el tiempo«, dijo Trump luego.

Y como dice la canción de la película Casablanca con un título parecido, todo sigue siendo la misma vieja historia.

¿Podría cambiar? Según una encuesta realizada durante la campaña presidencial de 2016, las armas de fuego fueron un tema importante tanto para los demócratas como para los republicanos. Este resultado podría ser reflejo del tiroteo masivo ocurrido ese año en un club nocturno de Orlando o el primer indicio de una nueva tendencia.

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