SEUL – Una segunda cumbre entre el presidente Donald Trump y la norcoreana Kim Jong Un podría ser la última mejor esperanza para impulsar el estancado proceso de «desnuclearización completa», y una oportunidad perfecta sería en la sesión de la Asamblea General de la ONU en Nueva York próximo mes.
«No se planea una segunda reunión», dice la Casa Blanca, pero Evans Revere, un ex diplomático de la embajada de Estados Unidos aquí, cree que «una reunión al margen de la Asamblea General de la ONU podría ser posible». El presidente estadounidense, dice, » podría tener la tentación de usar ese lugar para montar un ‘show’ con su contraparte norcoreana que supere lo que ocurrió en Singapur «.
Kim no ha indicado abiertamente que esté interesado en volver a ver a Trump o en asistir a la Asamblea General, pero hay indicios de que puede estar a la altura de la idea. Es importante destacar que sus medios estatales son muy cuidadosos en abstenerse de criticar personalmente al presidente Trump, incluso cuando insultan al Secretario de Estado Mike Pompeo, cuyo trabajo es presionar demandas concretas.
Cuando Pompeo visitó Pyongyang por última vez, lo hizo esperando que Kim lo viera. Pero no. Kim se fue a una granja de papas en su lugar, un mensaje, tal vez, que ahora que se ha reunido con el presidente, no necesita molestarse con sus subordinados. También es obvio que los norcoreanos piensan que Trump es más maleable que sus secuaces.
Mientras tanto, los emisarios de Corea del Norte y Corea del Sur están ocupados organizando una tercera cumbre entre Kim y el presidente de Corea del Sur Moon Jae-in, lo que podría ser el preludio de una nueva reunión de Kim-Trump.
El momento de un encuentro en la ONU sería perfecto, o al menos perfectamente irónico. El año pasado allí, Trump declaró que era «hora de que Corea del Norte se diera cuenta de que la desnuclearización es su único futuro aceptable», advirtiendo que el » hombre de cohetes » – sí, Kim Jong Un – estaba «en una misión suicida para él y su régimen». «
Eso fue entonces. Los tiempos han cambiado, pero no tanto como Trump alguna vez pareció creer.
